10 sept 2018

EL ORIGEN DEL SER HUMANO.


ORIGEN DEL SER HUMANO.

1.     EXPLICACIONES ACERCA DEL ORIGEN DEL SER HUMANO



EXPLICACIÓN RELIGIOSA



Si tenemos en cuenta la historia del pensamiento dentro de la trayectoria
de la Humanidad, constatamos que uno de los primeros y más importantes problemas que aparecen es el referente a la relación del ser humano con el resto de seres vivos y con las cosas en general, es decir, cómo se ha formado el universo con todo cuanto contiene y, de modo especial, cómo se ha formado el ser humano.
En un contexto religioso dominante, lo primero que se pone de manifiesto es el poder de los dioses o seres sobrenaturales e inmortales
con sus acciones. De aquí que las explicaciones acerca del origen de los seres en general, y del ser humano en particular, se conviertan en una serie de relatos fabulosos que describen lo ocurrido en el tiempo arcano, como son los mitos.
En nuestra cultura occidental se fueron configurando, fundamentalmente, dos modelos de explicación mítico-religiosa acerca del origen del ser humano: el judeocristiano y el griego.

Modelo judeocristiano


La visión judeocristiana del origen del ser humano la hallamos en la Biblia, un conjunto de libros sagrados que contienen la historia de la salvación del pueblo de Israel y de toda la Humanidad.
En el Génesis, primer libro de la Biblia, se establece una separación
radical entre Dios creador y el mundo creado: todo cuanto existe, incluido el ser humano, existe porque Dios lo ha querido en un acto libre de su voluntad. Todos los seres dependen plenamente de Dios a él pertenecen de un modo incondicionado. El concepto de creación es, así, el punto de partida necesario para comprender todo cuanto existe.
No obstante, en la acción creadora de Dios, el ser humano ocupa un lugar destacado: una vez que Dios ha creado todo con el poder de su palabra, lo hace pasar por delante del hombre y éste va poniendo nombres, es decir, los seres creados quedan a su disposición: el ser humano es creado a imagen-semejante a Dios.
De este modo, el ser humano ejerce su señorío sobre el resto de criaturas. Esto se pone de manifiesto en la propia constitución del ser humano, ya que éste comprende en sí mismo todos los grados de ser que hay en el mundo: corporal; orgánico-psíquico y personal-espiritual: el ser humano es un microcosmos.
El ser humano es el ser más digno y superior dentro del mundo de las cosas, plantas y animales, que Dios ha creado en atención a él.

Modelo griego


A diferencia de la cultura monoteísta judía, los mitos griegos recogen un ambiente politeísta: describen las acciones que los dioses llevan a cabo para ordenar el mundo.
En esta cultura griega, el universo es concebido como cosmos: conjunto ordenado en el que todo sigue su curso estrictamente, sin principio ni fin.
Los mitos griegos explican cómo se ha llegado a constituir dicho orden, es decir, explican, en clave religiosa, esa armonía en la que el bien acaba siempre por imponerse sobre el mal y la justicia sobre la injusticia.
Dentro de este conjunto ordenado, el ser humano es concebido como un ser racional, como animal que posee logos, razón o palabra que le capacita para decir lo que son las cosas y para elegir en cada momento lo que le conviene llevar a la práctica. De este modo, el ser humano es capaz de descubrir el orden que rige el mundo y de integrarse en él como un microcosmos.
El poeta HESÍODO recoge en su Teogonía, poema dedicado a los dioses, los mitos que explican el proceso que va del caos originario al cosmos o universo ordenado. En otro poema, Trabajos y días, dedicado a los hombres, recoge los mitos que dan la clave para comprender el caos la miseria que aquejan a los hombres en sus relaciones sociales, como ocurre. por ejemplo, en el mito de Prometeo y en el de Pandora. Sin embargo, es PLATÓN, en su diálogo Protágoras, quien ofrece la versión más completa del mito de Prometeo y explica los orígenes de la cultura humana

EXPLICACIÓN RACIONAL

A medida que en la Grecia arcaica fueron transformándose sus estructuras socioculturales, las explicaciones míticas fueron perdiendo, paralelamente, su eficacia anterior, por lo que surgió la necesidad de elaborar otras explicaciones nuevas que se plantean en términos racionales.
De este modo, a finales del siglo VII a.C., surge primeramente la filosofía como discurso conceptual que desvela los misterios de la Naturaleza. Tras su desarrollo, ya en el Renacimiento, surge la Ciencia Moderna como una filosofía natural basada en principios explicativos susceptibles de ser rechazados empíricamente.

Explicación filosófica

La reflexión filosófica se inicia en Grecia con TALES DE MILETO y se desarrolla con los denominados genéricamente presocráticos. Estos filósofos estudian en especial el concepto de naturaleza. Pero el gran sistematizador de la filosofía griega fue ARISTÓTELES, quien ideó un modelo de explicación de la naturaleza, que perduró hasta la aparición de la Ciencia Moderna.

Fixismo

En el siglo IV a.C., ARISTÓTELES, recapitulando los planteamientos filosóficos anteriores, formuló su teoría Hilemórfica. Con esta teoría, ARISTÓTELES afirmaba que los seres naturales son el resultado de una interacción entre un principio pasivo o materia, como pura posibilidad de ser, y un principio activo o forma, capaz de hacer realidad aquello que es meramente posible.
Dentro de este marco general, ARISTÓTELES dedica una especial atención a los seres vivos y promueve su clasificación en lo que denominó especies o conjuntos de individuos que comparten los mismos caracteres esenciales. Estos caracteres esenciales, unos los comparten los individuos de su especie con individuos de otras especies, por lo que todos ellos constituyen un género común; por el contrario, otros caracteres esenciales los poseen los individuos de cada especie como propios o exclusivos, por lo que constituyen una diferencia específica. Así, por ejemplo, el ser humano pertenece a la especie animal racional, donde animal” es el género común y ‘racional’, la diferencia específica.
Además, ARISTÓTELES entiende que las especies así constituidas se mantienen inalterables, es decir, son fieles a sí mismas en el transcurso del tiempo. Esta teoría recibió el nombre de Fixismo y constituyó el paradigma de la ciencia natural durante más de dos mil años, hasta comienzos del siglo XIX.
En el siglo XVIII, el biólogo LINNEO estableció una nueva clasificación de los seres en especies atendiendo al grado de similitud que mostraban entre ellas. Así, por ejemplo, el ser humano se incluye entre los mamíferos y; dentro de éstos, en el orden de los primates, donde constituye la especie homo sapiens. Tras esta nueva clasificación de los seres vivos, pronto comenzó a establecerse un parentesco o comunidad de origen entre las distintas especies.

Explicación científica


La Ciencia Moderna emerge como una organización sistemática del conocimiento del universo basada en explicaciones que pueden ser aprobadas o rechazadas empíricamente. Para llegar a establecer sus leyes y teorías, la ciencia procede metódicamente.
De este modo la ciencia, más que con un conjunto de respuestas, acaba identificándose con el proceso mediante el cual las ha obtenido. Las explicaciones científicas permanecen siempre abiertas a una posible revisión mediante la realización de nuevas observaciones, la formulación de nuevas hipótesis y su verificación con nuevos experimentos; sus resultados finales son siempre consecuencias de un proceso gradual.

Teoría de la evolución



Tres hechos destacables socavaron los cimientos del Creacionismo y del Fixismo, abriendo perspectivas para una teoría de la evolución: por un lado, el desarrollo de la geología que, a la vez que prolongaba la edad de la Tierra, pasaba a considerarla como un ser dinámico en continua transformación mediante una serie de procesos lentos y prolongados entre los que se habrían intercalado grandes catástrofes; por otro lado, las dificultades para establecer la clasificación de las especies por parte de LINNE0; y en tercer lugar, la necesidad de dar una explicación coherente a la gran colección de fósiles recogidos.

Teoría de LAMARCK


Fue LAMARCK quien, en su Filosofía zoológica, publicada en 1809, hizo una exposición rigurosa de la teoría de la evolución.
Sus estudios geológicos y paleontológicos, unidos al examen de las relaciones que había entre grupos y subgrupos orgánicos, le condujeron a la convicción de que la Naturaleza formaba un todo continuo en el que las plantas y los animales, una vez que emergieron de la materia inanimada por generación espontánea, formaron dos líneas evolutivas diferentes en las que los seres se van produciendo sucesivamente de acuerdo con una tendencia hacia el perfeccionamiento.
En esta evolución, las especies no siguen una línea continua, sino que los grandes cambios que se han producido en el medio ambiente han obligado a los seres vivos a su consiguiente adaptación ocasionando numerosas diversificaciones.
Por tanto, la evolución sería el resultado de la necesidad que tienen las especies de adaptarse al medio ambiente en el que viven mediante el desarrollo de los órganos adecuados, la atrofia de los inadecuados o la creación de otros nuevos: es la ley del uso y desuso de los órganos, siempre de acuerdo con el principio de que “es la función la que crea el órgano”.
Una vez adquiridos los nuevos caracteres por la adaptación al medio, se transmitirían hereditariamente por la reproducción sexual a los descendientes. He aquí el punto flaco de la teoría porque, al advertir la genética que es imposible la transmisión hereditaria de los caracteres adquiridos, esta teoría de la evolución no llega a explicar lo que pretendía.

La selección natural


DARWIN en 1859 publicó El origen de las especies por medio de la selección natural. En esta obra asumía la teoría evolucionista y aportaba en su favor las pruebas que había recogido en sus viajes.
Tomando de MALTHUS el hecho de que las poblaciones de seres vivos aumentan en mayor proporción que el alimento disponible —lo que obliga a una lucha por la supervivencia—, y considerando la selección que conseguían los ganaderos mediante el cruce de razas con el fin de mejorar algunas de las cualidades de los animales, DARWIN formulaba en su libro el principio fundamental de su teoría: la selección natural. 
La evolución biológica se explica mediante un proceso de selección natural y no mediante un proceso de adaptación al medio ya que tiene su origen en el mismo ser vivo y no en el medio. El crecimiento de las poblaciones obliga a los individuos de la especie a una lucha por la existencia en la que solamente sobreviven los más aptos, los que presentan variaciones más favorables para adaptarse al medio, variaciones que son transmitidas a sus descendientes. La acumulación de pequeñas variaciones favorables a lo largo de grandes períodos de tiempo explicaría el origen de las especies conocidas.
Esta teoría difiere notablemente de la que estableció LAMARCK, ya que éste atribuye las variaciones a la acción del azar y no a la acción de los padres que transmitirían a sus hijos lo que han adquirido a lo largo de su vida.
Las variaciones dentro de una especie surgen de modo aleatorio; algunas resultan beneficiosas mientras que otras son perjudiciales.
Es la selección natural la que actúa eliminando las variaciones
perjudiciales y preservando las beneficiosas, de modo que los individuos que han nacido con variaciones perjudiciales mueren, mientras que los dotados con variaciones favorables sobreviven y tienen descendencia.
Se trata, pues, de variaciones más profundas que las modificaciones de la teoría anterior, y se puede comprender mejor que afecten más directamente a la descendencia.
Sin embargo, tampoco esta teoría aclara del todo los mecanismos de la herencia y de la génesis de la variabilidad dentro de una especie. Mientras no se consiguiera explicar esto, la teoría de la evolución no podría ser confirmada.

Teoría sintética de la evolución


La teoría sintética de la evolución o darwinismo actualizado incorpora los nuevos descubrimientos de la genética para ampliar y perfeccionar la teoría de la evolución como un proceso continuo que se realiza a través de la selección natural.
Las mutaciones originan los caracteres que producen la variación progresiva de las especies. Dichas mutaciones se producen al azar y se ven muy favorecidas por diversos factores, como radiaciones de origen diverso o por algunos agentes químicos.
Luego, por efecto de migraciones, cambios climáticos o fenómenos biológicos, se producirían aislamientos entre grupos de una misma especie los cuales siguiendo caminos particulares diversificarían la especie.
La Naturaleza como sistema dinámico, mediante la selección natural, se encarga de dirigir el curso de la evolución regulando la variabilidad genética de las poblaciones y produciendo la mejor adaptación de todos los seres vivos.

1.      ANÁLISIS DEL PROCESO DE HOMINIZACIÓN


El ser humano presenta una serie de rasgos específicos que lo 
hacen diferente del resto de los seres vivos. Cómo se fueron configurando
estos rasgos que acabaron por modelar al ser humano es lo que se pretende recoger bajo el denominado proceso de hominización a través del análisis del paso del homínido al ser humano.
Dado que el estudio de los fósiles encontrados hasta la fecha no permite establecer con absoluta seguridad los pasos considerados esenciales en el proceso, resulta más interesante advertir las interrelaciones que se pueden establecer entre ellos, empezando por los cambios medioambientales.

EL DESAFIO ECOLÓGICO



La necesidad de sobrevivir en un nuevo medio como consecuencia de un cambio climático —es decir, el desafío ecológico que supuso el pasar de un medio boscoso a una sabana— fue lo que quizá inició el proceso evolutivo que llevó del homínido al ser humano.
El desafío ecológico inmediatamente pondría en marcha el mecanismo de selección natural que, incidiendo sobre la anatomía y la conducta de los individuos, los llevaría a aprender a dar, con la necesaria eficacia —so pena de perecer—, respuestas adecuadas frente a los individuos de las demás especies con las que se relacionaban.

MODIFICACIONES EN LOS RASGOS ANATÓMICOS


Los antropólogos afirman que, al observar los registros fósiles de homínidos, lo primero que se pone de manifiesto es el progresivo desarrollo de la configuración de los huesos para posibilitar y consolidar la posición vertical, que permite caminar de manera confortable, utilizar las manos y desarrollar la capacidad craneal.

El bipedismo y la liberación de las manos.



Con la adaptación progresiva al suelo, el homínido necesitaba mantenerse lo más erguido posible con el fin de poder explorar y vigilar atentamente el entorno. Resulta fácil comprender el valor de supervivencia que supuso sostenerse habitualmente de pie y andar erguido sin gran fatiga para buscar el alimento y para precaverse del ataque de sus enemigos carnívoros.
Como consecuencia de la adopción de la posición erecta y la marcha bípeda, se produjo otro rasgo anatómico que resultó de suma importancia en el proceso de hominización: la liberación de las manos. Éstas, al no ser ya necesarias para los desplazamientos, se fueron haciendo más cortas y anchas y quedaron mejor dispuestas para servirse de útiles.
Además, los dedos de las manos desarrollaron un movimiento más armónico y el dedo pulgar quedó opuesto a los demás, posición que permitió el efecto pinza, es decir, el poder agarrar los objetos.

Aumento de la capacidad craneal


La posición erecta, la liberación de las manos y una conducta cada vez más compleja, como consecuencia de una actividad de mayor cooperación entre individuos y del progreso experimentado en el manejo y fabricación de los útiles empleados, iría desarrollando el sistema nervioso central del homínido.
Así, la relación cabeza-cuerpo fue progresivamente aumentando en favor de la cabeza, montada ya sobre la columna vertical, y, a su vez, el cerebro se fue haciendo cada vez mayor en volumen y en complejidad neurológica.
Consecuentemente, el desarrollo de la mano, posibilitado a su vez por la posición vertical, que la capacitaba para la función técnica, y el desarrollo del cerebro, que capacitaba a éste para la función teórica, guardan una singular relación en la evolución del homínido al ser humano.

MODIFICACIONES EN LOS RASGOS FISIOLÓGICOS

Desde su nacimiento, el ser humano está prácticamente acabado desde el punto de vista estructural. Sin embargo, su desarrollo se caracteriza por su lentitud: los dientes tardan en crecer, las suturas craneales se sueldan lentamente, la pubertad es tardía, etc.
En el proceso evolutivo del homínido al ser humano se ha retrasado la ontogenia (desarrollo del individuo) seguramente debido a que se ha acentuado la dependencia del joven frente al adulto y se ha impuesto una mayor necesidad de adiestramiento.
Fisiológicamente hablando, el ser humano es inmaduro, nunca llega a desarrollarse plenamente, su necesidad de aprender se ha hecho permanente, siempre está abierto a nuevos aprendizajes y adaptaciones. A este fenómeno se le conoce con el nombre técnico de neotecnia.

TRANSFORMACIONES PSICOSOCIALES


Uno de los rasgos típicamente humanos del homínido es su carácter social, su actividad de cooperación como forma de vida propia. Al pasar de un medio boscoso a un hábitat de campo abierto, los homínidos se verían impulsados a agruparse más en busca de ayuda recíproca para conseguir el alimento mediante la fabricación y uso de útiles para la caza y la cocción.
En este contexto, el homínido ya no se limitaría a acciones puramente mecánicas, sino que ahora con sus actividades influiría sobre la realidad en beneficio propio. Esto supone el desarrollo de una actividad empírica, planificada previamente a partir de sus experiencias. Comienza así una actividad típicamente humana: compartir su actividad con otros miembros del grupo y acumular conocimientos para aplicarlos a las condiciones de trabajo.

Aparición del lenguaje


La creciente complejidad de la conducta del homínido, consecuencia de la necesidad de organizar tareas cada vez más variadas, iría desarrollando un progreso en la comunicación, que en principio se limitaría a un conjunto de gritos orientadores de la conducta. Esta necesidad de un lenguaje más complejo es posible gracias al desarrollo del psiquismo, que a su vez se verá favorecido por el progreso en la comunicación oral, que desembocaría en el surgimiento de la palabra. El cambio en la conducta impulsó de forma esencial el progreso en la comunicación y éste, a su vez, contribuyó al desarrollo psíquico necesario para realizar conductas cada vez más complejas.
La aparición de la palabra constituye, pues, el núcleo de la experiencia social y prefigura la futura educación humana como instrumento que permite adquirir y transmitir experiencia y, a la vez, posibilita promover una actividad más integradora y previsora de aplicación ilimitada. Con la palabra, el homínido abandona su medio animal para instalarse, progresivamente, en un medio social humano.

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