13 sept 2018

Los fundamentos de la filosofía moral


Los fundamentos de la filosofía moral

Los fundamentos de la filosofía moral

Todos los descubrimientos y las grandes conmociones del pensamiento moderno, por más ambivalentes que sean, pueden así mostrarse útiles para una filosofía moral capaz de criticarlos y de asimilarlos. 

Al despejar así el terreno, las liquidaciones que hemos realizado nos obligan además a tomar conciencia de la necesidad de recurrir a la metafísica
Hay necesidad absoluta de recurrir a la metafísica sí queremos justificar la validez real, objetiva, de las normas y de los valores morales. 
En otros términos, toda la pseudo filosofía moral que se desarrolló en el siglo XVII en la escuela inglesa, fundada únicamente en el sentimiento moral o la intuición moral con rechazo de toda consideración metafísica y todo fundamento metafísico, se encuentra definitivamente barrida; quiéraselo o no hemos sido librados de ella por la ola positivista que ha pasado por la cultura.

¿Podemos establecer una filosofía moral que esté fundada sobre bases propiamente filosóficas, a la vez metafísicas y “físicas” (¿quiero decir, dependientes de la filosofía de la naturaleza?
La obra de Bergson es muy significativa a este respecto, porque ha señalado un retorno a una concepción así, a un sistema de moralidad que presupone una metafísica y el compromiso del hombre en la estructura del universo, compromiso sin el cual la vida moral no tiene sentido. 
Empero este retorno bergsoniano era necesariamente incompleto, porque la metafísica bergsoniana en sí misma era insuficiente y no tenía suficientemente en cuenta el instrumento esencial de la metafísica, esto es la razón.

Encontrar la clave en la filosofía Tomista

En Santo Tomás será donde hallemos las claves que buscamos, porque la metafísica tomista es esencialmente una metafísica racional y porque es precisamente la razón la que es la medida de los actos humanos y la que especifica el dominio propio de la moralidad. 
Esta parte asignada a la razón es muy débil en Bergson y por eso su doctrina nos presenta no ya una moral, sino más bien una inframoral puramente social y una supra-moral mística; entre ambas, el reino propio de la moral se encuentra desconocido. 
Si, por el contrario, tenemos que habérnoslas con una metafísica no ya racionalista ni tampoco anti-intelectualista, sino auténticamente racional, entonces comprendemos cómo el comportamiento típico del animal puede y debe distinguirse del comportamiento típico del hombre.
El comportamiento del animal puede ser determinado por la simple observación y la estadística, porque depende de instintos y de estructuras determinados por la naturaleza.
Pero cuando tratamos de aislar los caracteres típicos del comportamiento del hombre, nos vemos obligados a entrar en el universo de los valores absolutos porque nos encontramos frente al comportamiento de un ser dotado de razón, y por ende de libertad, y cuya conducta depende de las concepciones adoptadas por esa inteligencia, esa razón, acerca de los valores, de las esencias, de las normas que trascienden los accidentes de la existencia y tienen una significación incondicionada. 
Si estáis dispuestos a morir por la justicia, os dais entero. 
Y ¿cómo podríais daros enteros, si no es por una obligación que tenga un valor absoluto?
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