Posiciones Generales Ante el Conocimiento
Las posiciones generales de cada actitud filosófica y la experiencia nos lleva a afirmar que somos capaces de describir un mundo compuesto por objetos que se comportan de acuerdo con nuestras expectativas. Este hecho nos permite afirmar que conocemos el mundo.
Sin embargo, también todos hemos experimentado que en muchas ocasiones nos hemos equivocado al afirmar algo; o al creer que lo que veíamos era una cosa; cuando resultaba ser otra distinta. Ello nos impulsaría a afirmar nuestra ignorancia.
Esta experiencia contradictoria es el fundamento de la pregunta sobre la posibilidad del conocimiento. Desde la antigüedad han existido dos formas de plantear el problema; el escepticismo y el dogmatismo. Entre ambas, sin embargo, cabe considerar una tercera posibilidad, la actitud crítica (Actividad 1).
EL ESCEPTICISMO
La experiencia del cambio constante de las cosas y los diferentes aspectos que adoptan; expresado por HERÁCLITO (siglo VI a.C.) con la afirmación de que “a la naturaleza le place ocultarse”; hizo pensar a los filósofos griegos que tras esas apariencias cambiantes, se escondía algo que; sin ser captado por los sentidos, constituía su componente último.
La imposibilidad de alcanzar un acuerdo a la hora de determinar cuáles eran en concreto estos elementos; llevó a algunos filósofos, los llamados sofistas. a dudar de nuestra capacidad de conocer la realidad de las cosas. Con los sofistas, pues, hace su entrada el escepticismo en la filosofía.
El escepticismo radical
Una de las primeras actitudes escépticas de la que tenemos constancia; es la del sofista GEORGIAS (siglo V a. C.). Su desconfianza radical sobre la posibilidad de alcanzar un conocimiento verdadero; se expresa en las tres afirmaciones siguientes: “nada existe; si algo existiera no lo podríamos conocer, y, finalmente; aunque algo existiera Y lo pudiéramos conocer, no lo podríamos comunicar”.
El mérito de este pensador; es el haber planteado de forma tan radical y tan tempranamente; una doctrina, el escepticismo, cuyo
núcleo es la negación de todo conocimiento firme u opinión segura.
núcleo es la negación de todo conocimiento firme u opinión segura.
La base de este planteamiento es la afirmación de que a toda proposición es posible contraponer otra; de tal forma que todas las opiniones tienen el mismo valor. No hay, por lo tanto, razones mayores para aceptar una opinión u otra; y la única postura honrada es la “epojé”; suspender el juicio, a fin de llegar a la tranquilidad del alma perdida por el afán de conocer (Actividad 2).
Nos hallamos frente a un escepticismo que, de tan radical, se auto contradice; puesto que al afirmar que es imposible alcanzar la verdad; ya está afirmando una tesis como verdadera.
Por otro lado, un escepticismo radical puede conducir a la parálisis intelectual (no es preciso investigar dado que no podemos conocer la verdad); y a la desorientación moral (no hay nada que sea preferible a otra cosa).
Grandes dosis de escepticismo nos llevan a la pasividad y a la inacción. En pequeñas proporciones, sin embargo; la actitud escéptica puede resultar beneficiosa tanto para la ciencia; como para la vida práctica, donde resulta un antídoto eficaz; contra todo tipo de prejuicios morales, fanatismos religiosos e ideologías totalitarias.
El escepticismo moderado
Otra versión más matizada del escepticismo es la que aparece en el Renacimiento, de la mano de autores como MONTAIGNE, CHARRON o E SÁNCHEZ, y se desarrolla a lo largo de la edad moderna, culminando en la figura de HUME.
Montaigne
Medio siglo antes que DESCARTES, el ensayista francés MICHEL DE MONTAIGNE (1533-1592) resaltaba ya la importancia de la duda en el conocimiento humano. El sabio duda de todo: la duda es la expresión de su sabiduría. Si la razón cree captar algo inmutable o eterno, se engaña.
No es posible, pues, que exista una ciencia verdadera, dado que tanto el mundo físico como las costumbres de los hombres son una realidad cambiante, de tal modo que no es de extrañar que no haya cuestión o problema que no sea objeto de disputa.
Hume.
En la filosofía moderna destaca especialmente el escepticismo de DAVID HUME (1711-1776).
HUME centra su crítica en la relación causa-efecto o relación de causalidad. Esta relación no es corroborada por ninguna experiencia concreta. La costumbre de haber visto aparecer las mismas cosas en el pasado en una determinada relación nos lleva a afirmar que esta misma relación seguirá dándose en el futuro y no la constatación efectiva sobre su relación real, que nos es de todo punto desconocida (Actividad 3)
Nuestro conocimiento del mundo se convierte, por tanto, en un asunto de creencia. Creemos que lo que ha ocurrido en el pasado seguirá ocurriendo en el futuro. Cualquier intento de justificación teórica se convierte en un enunciado sin sentido.
No nos queda más que aceptar que nuestro conocimiento se limita a los fenómenos que se manifiestan a los sentidos y que nuestras afirmaciones sobre el mundo son producto de nuestra imaginación. No podemos conocer si responden a la realidad. Se trata, por lo tanto, de una postura escéptica que muestra que el conocimiento está limitado.
Sin embargo, el mismo HUME toma precauciones consciente de que una postura de radical escepticismo no es útil para la vida. La misma naturaleza nos ha investido de la necesidad de juzgar al igual que de la de respirar. Para vivir nos basta esta limitada forma de conocimiento, e ir más allá de esos límites es aventurarse en un terreno incierto.
EL DOGMATISMO
El Dogmatismo, como actitud ante el conocimiento, afirma la capacidad del hombre para conocer, aunque admite la posibilidad de equivocarse. Suele considerar que no todos los hombres son capaces de alcanzar la verdad ni de investigarla adecuadamente, por lo que hay que enseñarles e incluso imponerles la verdad. Cuando esto sucede, hablamos de un dogmatismo radical. Sin embargo, la filosofía, como actividad condicionada por la actitud crítica, solamente puede relacionarse con un dogmatismo moderado, que confía en las posibilidades de la razón para alcanzar la verdad.
El dogmatismo radical
El dogmatismo, tomado en su sentido más radical, supone una confianza ilimitada en nuestra capacidad para conocer. Partiendo de un realismo ingenuo, según el cual las cosas son tal como se presentan, el hombre dogmático identifica el conocimiento con su percepción subjetiva, con su opinión acrítica, muchas veces infundada. Sólo admite como válida su visión de las cosas, que pasa a constituirse como la verdad absoluta.
De este modo, lejos del necesario filtro de la crítica, el dogmatismo radical conduce casi inevitablemente al error, en el plano epistemológico, y a los prejuicios, en el plano psicológico. Impide el progreso del conocimiento y de la ciencia, por un lado, y dificulta la convivencia en tolerancia, por el otro. Sus efectos son, pues, nocivos tanto para el conocimiento como para la acción racional (Actividad 4).
El dogmatismo moderado
A diferencia del dogmatismo radical, el dogmatismo moderado o filosófico se caracteriza por una confianza razonada en las capacidades humanas para lograr un saber cierto del mundo. No es contrario a la actitud crítica, sino que se funda en ella, tomándola como base necesaria desde donde poder edificar el conocimiento.
Tal es el caso del filósofo racionalista DESCARTES, quien se plantea la necesidad de establecer un punto de partida firme que permita alcanzar la verdad por sí misma, independientemente de la autoridad o las enseñanzas recibidas. Por ello someterá a duda todos los conocimientos a fin de encontrar algún primer conocimiento cierto sobre el que asentar a modo de axioma matemático todo el conocimiento.
El Cogito
Este principio será el “yo pienso, yo existo” —“pienso, luego existo’—, que se manifiesta como una verdad indudable y se afirma en la misma duda, ya que para poder dudar o ser engañado hay que existir. Este principio o verdad indudable se manifiesta a la mente con claridad y distinción. Estas son las características que ha de tener
todo conocimiento cierto, de tal manera que son verdaderos todos los conocimientos que se presenten a un espíritu atento de forma claro y distinta.
Del mismo modo que DESCARTES, otros muchos filósofos, desde PLATÓN hasta HEGEL, pasando por ARISTÓTELES, SANTO TOMÁS o el propio KAI-T, han elaborado sistemas y teorías con pretensión de verdad, es decir, han afirmado la posibilidad de un conocimiento cierto de la realidad, si bien, en la mayoría de casos, el concepto de realidad que defienden dista mucho del que hemos calificado como realismo ingenuo, que toma por real aquello que, a menudo, no es más que apariencia.
Del mismo modo que DESCARTES, otros muchos filósofos, desde PLATÓN hasta HEGEL, pasando por ARISTÓTELES, SANTO TOMÁS o el propio KAI-T, han elaborado sistemas y teorías con pretensión de verdad, es decir, han afirmado la posibilidad de un conocimiento cierto de la realidad, si bien, en la mayoría de casos, el concepto de realidad que defienden dista mucho del que hemos calificado como realismo ingenuo, que toma por real aquello que, a menudo, no es más que apariencia.
LA ACTITUD CRÍTICA
La actitud crítica es una actitud filosófica de cautela; a la hora de admitir como cierto cualquier conocimiento. El ser humano acepta espontáneamente como verdadero aquello que capta a través de los sentidos o todo lo que puede hacer compatible con lo ya conocido. A esto lo llamamos actitud natural frente al conocimiento. Sin embargo, la actitud crítica exige distanciarse de esta actitud natural para poder preguntarse cuáles de esos conocimientos son verdaderos y cuáles falsos (Actividad 5)
Este distanciamiento le permite fundamentar la posibilidad del conocimiento atendiendo tanto a la propia capacidad del sujeto cognoscente como a las características de los objetos conocidos, y supone, además, tratar de encontrar la base de los posibles errores.
La actitud crítica ha de ser radical. Nada relacionado con el conocimiento debe escapar a la inspección. A este examen no escapa ni siquiera la propia razón a pesar de ser el único instrumento adecuado para conocer.
Por medio de la crítica se pretenden alcanzar tres metas: purificar, fundamentar y delimitar el conocimiento.
— Lo primero significa no aceptar ningún conocimiento que antes no haya sido analizado críticamente, rechazando todos aquellos que sean sospechosos de duda.
— El segundo consiste en buscar un fundamento o punto de partida que asegure que los conocimientos adquiridos puedan ser considerados válidos y sin errores.
— Y el tercero exige establecer los límites de nuestro conocimiento, denunciando cualquier intento de ir más allá de ellos.
Por medio de la crítica se pretenden alcanzar tres metas: purificar, fundamentar y delimitar el conocimiento.
— Lo primero significa no aceptar ningún conocimiento que antes no haya sido analizado críticamente, rechazando todos aquellos que sean sospechosos de duda.
— El segundo consiste en buscar un fundamento o punto de partida que asegure que los conocimientos adquiridos puedan ser considerados válidos y sin errores.
— Y el tercero exige establecer los límites de nuestro conocimiento, denunciando cualquier intento de ir más allá de ellos.
Actividad 1
Si un individuo cree de hecho todas y sólo las ideas en que le resulta racional creer, o al menos está siempre dispuesto a modificar su sistema de creencias en tal sentido, diremos de él que es racional en sus creencias. Si cree más ideas que las que racionalmente puede creer, diremos que es un dogmático: si cree menos, un escéptico.
J. Mosterin: Racionalidad y acción humana• ¿Qué expone el texto acerca de la actitud ante el conocimiento?
J. Mosterin: Racionalidad y acción humana• ¿Qué expone el texto acerca de la actitud ante el conocimiento?
Actividad 2
Pues bien, desde ahora decimos que el fin del Escepticismo es la serenidad de espíritu en las cosas que dependen de la opinión de uno, y el control del sufrimiento en las que se padecen por necesidad.
En efecto, cuando el escéptico, para adquirir la serenidad de espíritu, comenzó a filosofar sobre lo de enjuiciar las representaciones mentales y lo de captar cuáles son verdaderas y cuáles falsas, se vio envuelto en la oposición de conocimientos de igual validez y, no pudiendo resolverla, suspendió sus juicios y, al suspender sus juicios, le llegó como por azar la serenidad de espíritu en las cosas que dependen de la opinión.
SEXTO Empírico: Esbozos pirrónicos• ¿Por qué afirman los escépticos que es necesario suspender el juicio?
SEXTO Empírico: Esbozos pirrónicos• ¿Por qué afirman los escépticos que es necesario suspender el juicio?
Actividad 3
Estamos determinados sólo por la costumbre a suponer que el futuro es conformable al pasado. Cuando veo una bola de billar moviéndose hacia otra, mi mente es inmediatamente llevada por el hábito al usual efecto, y anticipa mi visión al concebir a la segunda bola en movimiento. No hay nada en estos objetos, abstractamente considerados, e independiente de la experiencia, que me lleve a formar una tal conclusión; e incluso después de haber tenido experiencia de muchos efectos repetidos de este género, no hay argumento alguno que me determine a suponer que el efecto será conformable a la pasada experiencia. Las fuerzas por las que operan los cuerpos son enteramente desconocidas. Nosotros percibimos sólo sus cualidades sensibles; y, ¿qué razón tenemos para pensar que las mismas fuerzas hayan de estar siempre conectadas con las mismas cualidades sensibles?
O. HUME compendio de un tratado de la naturaleza humana• ¿Qué conclusión extrae HUME de su análisis de la causalidad?
Actividad 4
El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía va por la vida prisionero de los prejuicios que derivan del sentido común, de las creencias habituales en su tiempo y en su país, y de las que se han desarrollado en su espíritu sin la cooperación ni el consentimiento deliberado de su razón. Para este hombre el mundo tiende a hacerse preciso, definido, obvio los objetos habituales no le suscitan problema alguno, y las posibilidades no familiares son desdeñosamente rechazadas.
B. Russell: Los problemas de la filosofía• ¿Qué actitud cognoscitiva describe este texto?
• ¿Cómo valora el texto dicha actitud?
B. Russell: Los problemas de la filosofía• ¿Qué actitud cognoscitiva describe este texto?
• ¿Cómo valora el texto dicha actitud?
Actividad 5
La actitud crítica no “elimina” nuestra visión natural del mundo, sino que esta pura visión natural o espontánea de nuestro conocer adquiere dimensiones y perfiles de rigor susceptibles de muy diversas vías de justificación. En la actitud crítica no nos basta simplemente con conocer y saber que conocemos, sino que la actitud crítica ha de comenzar por formularse estas preguntas fundamentales: qué significa conocer, qué valor tiene el conocimiento, qué seguridad puedo llegar a tener en la posesión de mis conocimientos.
La actitud crítica ha de empezar por ser una actitud de precaución por virtud de la cual yo no admita nada que no esté justificado en si o en sus fundamentos. El término de esta actitud inicial de precaución será una actitud de serena valoración, que no tiene en modo alguno por qué conducir al escepticismo.
S. RÁBADE ROMEO: Estructura del conocer humano
S. RÁBADE ROMEO: Estructura del conocer humano
- Diferencia la actitud crítica de la actitud natural.
- Señala las preguntas fundamentales de la actitud crítica.
Actividades de comprensión
1. En el contexto de este tema define los siguientes conceptos: dogmatismo — escepticismo actitud natural — actitud crítica duda — realismo ingenuo.
2. Expón las consecuencias que se desprenden del escepticismo radical.
3. ¿Qué diferencia existe entre e! dogmatismo radical y el dogmatismo moderado?
4. ¿Qué es lo que pretende la actitud crítica?
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AAVV. Paradigmas. págs. 70-74
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